lunes, 26 de marzo de 2012

Encuentro Nacional de Jóvenes del Movimiento de Cursillos de Cristiandad

Pues en esto que de repente te encuentras montada en un coche, dirección a Madrid, enlatada en el asiento trasero, con otras cuatro personas. Después de tanto pensarlo y repensarlo, el caso es que al final has decidido ir, aún sabiendo que dejas atrás muchas otras cosas, y sin estar seguro de que has tomado la decisión correcta. Pero el caso es que allí estás, un 23 de marzo, camino al XXVIII Encuentro Nacional de Jóvenes del Movimiento de Cursillos de Cristiandad.
Por supuesto, vas sin tener ni idea de a qué, dejando atrás muchos planes y personas, sin conocer apenas a nadie, y con la cabeza llena de dudas y el corazón de miedos. Dos días después, cuando recorres las mismas carreteras, pero esta vez de vuelta a Granada, te das cuenta de que realmente el Señor quería que estuvieses allí, y de que lo que has vivido en esos días ha sido un gran regalo.
Y es impresionante. Es impresionante el momento en el que te encuentras rodeada de personas que, con sus defectos y sus dificultades, ponen su vida a disposición de Dios y al servicio de los demás. Es impresionante escuchar su testimonio, y convivir con ellos. Es impresionante cuando te das cuenta de que Cristo sigue contando contigo, que tu acción es necesaria. Es impresionante compartir la experiencia con cuatro tesoros que Dios ha puesto a tu lado, parte de tu comunidad, tus amigos y familia. Es impresionante cuando te das cuenta de que formas parte de un gran proyecto de Dios, que se llama Movimiento de Cursillos de Cristiandad, y sientes que realmente es tu lugar, donde el Señor quiere que estés. Y, sobre todo, es impresionante cuando te das cuente de que, en la aventura de la evangelización de tu día a día, nunca estás sola,. sino que Dios está contigo y una Iglesia entera reza por ti.
Queda muchísimo que hacer, y sólo con Dios podemos llevarlo a cabo. Pongámonos en marcha, juntos, unidos en la oración. Y recuerda: Cristo y yo, mayoría absoluta. ¡No tengas miedo!

lunes, 12 de marzo de 2012

Esta soy yo



Soy testaruda y cabezona a más no poder. Eso en muchas ocasiones es un gran defecto, pero a la vez me ayuda a perseverar hasta conseguir lo que quiero. Me gusta perderme entre mis recuerdos; tengo cierta facilidad para pasar página y olvidar los malos momentos. Desde fuera quiero aparentar ser fuerte, pero me vengo abajo con demasiada frecuencia. Soy amante de la música de los 20, 30, 40, 50, 60 y 70. Tengo miedo de lo que desconozco y, especialmente, de la soledad. Me dan pánico los aviones. Me encanta encontrarme por la calle con gente que hacía tiempo no veía. Soy incapaz de tener tiempo libre; prefiero dedicar mi vida entera a hacer lo que me gusta. Me cuesta mucho ponerme a ver una película y, cuando lo hago, normalmente estoy haciendo otra cosa a la vez. Me encanta sentarme y ver atardecer. Soy contraria a cualquier estereotipo y generalización. No me considero ni de ciencias ni de letras, ni siquiera artista. Me gusta siempre aprender cosas nuevas. Soy muy impulsiva, especialmente a la hora de tomar decisiones. Amo la música. Tengo demasiada tendencia a querer ser la protagonista, y que me reconozcan mis logros. Siempre sé más de lo que aparento saber, aunque a veces soy demasiado inocente y me cuesta ver aceptar que alguna gente sea tan retorcida. Sé guardar un secreto. Tengo por costumbre intentar llevarme bien con todo el mundo  y, excepto casos muy concretos, lo consigo. Soy totalmente contraria a las modas. Me dan miedo los bichos, especialmente las arañas y los saltamontes. Me considero tremendamente afortunada por la vida que me ha tocado vivir. No creo en los príncipes azules, pero sí en el amor. Amo Granada y Deifontes (esto último lo mantengo en secreto), aunque no me identifico con ninguno de los dos. Me encanta estar todo el día en la calle, pasear sin rumbo, salir de tapas, tomar un café con alguien y, por qué no, salir de fiesta. Soy protestona e inconformista. Me gustan las personas con quienes puedes tener conversaciones sobre filosofía, política o religión y debatir con argumentos y sin faltas de respeto. Me cuesta conocer gente nueva y abrirme a los demás.  Soy especialista en actuar bajo presión. Odio los médicos y los hospitales. Me encantan las fiestas de pueblo y las verbenas. Nunca olvido una cara. Me gusta escribir, y contarle al papel todas las penas que no me atrevo a contar a nadie. Cambio de humor con demasiada frecuencia. Normalmente soy optimista, y me gusta rodearme de gente que también lo es. Me encanta el queso y todo lo dulce. Soy poco detallista. Muy pocas veces me verás llorar en público. Me encanta viajar. Tengo mal ganar, y muy mal perder. Cuando las cosas no salen como yo quiero, me enfado. No soy rencorosa; perdono con facilidad. Nunca me he preocupado en exceso por el futuro; siempre he pensado que lo que tenga que venir, vendrá, y ya habrá tiempo de plantarle cara en su momento.
Soy esto, y muchas cosas más. En resumen, soy  resultado de todos aquellos sueños, los que se rompieron y los que se hicieron realidad; de todo lo que aprendí a través de las personas, lo bueno y lo malo; de aquellas amistades de hace años, las que se perdieron y las que permanecieron; de todos aquellos momentos musicales, con acordes mayores y menores; de aquellos viajes, a tierras lejanas o a tu propio hogar; de muchas horas en un autobús, viendo amaneceres y atardeceres; de momentos de risa, y de llanto; de largas conversaciones hasta altas horas de la madrugada; de ilusiones, y de desesperanzas; de muchos atardeceres de reflexión en la playa; de páginas y páginas llenas de sentimientos y esperanzas; de deseos de cosas imposibles; de despedidas, y encuentros con personas nuevas; de momentos inolvidables, tanto buenos como malos; de experiencias que me cambiaron la vida; de miles de sonidos en noches de verano; de canciones que me recuerdan a aquel momento concreto; de elecciones extrañas que me han traído hasta aquí; de personas que con su existencia han llenado mi vida. 
Resultado de todo aquello que viví, sentí, escuché, lloré, reí, anduve, vi, luché, abandoné, soñé y amé.