Por mi parte, no pienso seguir así. No después de haber probado lo que significa ser feliz de verdad. No después de saber que hay otra forma de vivir. No después de haber comprobado que no estoy sola. Y no me rendiré. Porque sé que pasará, y habrá momentos mejores. Porque sé que siempre se puede volver a empezar de cero. Porque sé que este es mi camino, y que aunque algún día descubra que no lo es, no tendré problema en coger otra senda, pero ya nadie me quitará lo que he vivido. Porque sé que la vida no se mide por minutos, sino por sueños, ilusiones y esperanzas. Porque sé que cada día es una nueva oportunidad para ser feliz.
Hasta aquí hemos llegado. Hoy voy a cambiar mi vida. Hoy paso a ser la protagonista de ella. Si las cosas no pueden ser como yo quiero, querré las cosas tal y como son. Si no puedo cambiar a las personas que hay a mi alrededor, cambiaré mi manera de mirarlas. Hoy, me agarro al único que da sentido a una vida entera, me desprendo de todo lo que me sobra, cojo lo imprescindible, y miro hacia adelante. Y al mirar, veo un montón de nombres que me acompañan, con los que quiero compartir mi día a día. Y así, pasito a pasito, vuelvo a ese sendero que me lleva hacia la aventura más grande que se haya visto jamás: una vida con Cristo.